El año pasado Solveiga Pakstaite ganó el Premio James Dyson con su proyecto Bump Mark, un tipo de etiquetado que se deforma cuando los alimentos envasados no son aptos para el consumo. La estudiante espera que este año pueda ser utilizada por la industria para reducir el desperdicio alimentario del Reino Unido.
Solveiga Pakstaite, una estudiante de tecnología y diseño industrial de la Universidad de Brunel (Reino Unido), ganó a finales del año pasado el Premio James Dyson con su etiqueta Bump Mark, un tipo de etiqueta alimentaria que se deforma para advertir sobre el estado de los alimentos. El premio James Dyson tiene carácter internacional y pretende incentivar a los jóvenes diseñadores para la creación de productos de ingeniería y diseño industrial que puedan resolver problemas, en este caso el desperdicio alimentario.
La estudiante se inspiró en el desarrollo del nuevo etiquetado mientras investigaba en el desarrollo de innovaciones de diseño que pudieran mejorar la calidad de vida de las personas ciegas. En este aspecto le asaltaron algunas dudas, se preguntaba cómo las personas ciegas podían controlar el estado de los alimentos que almacenan en su nevera, ya que no pueden leer la fecha de consumo preferente o la fecha de caducidad. Esto le dio la idea de crear una etiqueta que pudiera servir para todo el mundo, bastaba con que se deformara, de modo que cualquier consumidor al tocarla notaría una protuberancia que indicaría que el alimento ya no es apto para el consumo.
Cuando los alimentos están en perfecto estado la etiqueta aparece uniforme, suave y algo curva, a medida que el producto se degrada la etiqueta se deforma abombándose, lo que resulta fácil de identificar con sólo pasar los dedos sobre ella. También le inspiró en la creación del nuevo etiquetado el grave problema del desperdicio alimentario, en términos económicos y hablando del Reino Unido, según algunos estudios cada familia tira a la basura una media de 700 libras (más de 900 euros) en productos alimentarios al año, se calcula que al menos el 50% todavía eran aptos para el consumo.
La fecha de consumo preferente y la fecha de caducidad no hilan tan fino como lo hace la etiqueta Bump Mark, esta nueva etiqueta biorreactiva está fabricada con gelatina que inicialmente se presenta sólida, y a medida que se descompone se convierte en líquido y es cuando aparecen las protuberancias. La diseñadora en su momento apuntó que podría ser un buen recurso para utilizar en los productos lácteos, carnes, frutas y verduras, y gracias al premio concedido ha podido desarrollar su prototipo de etiquetado y probarlo en condiciones de laboratorio.
La estudiante se inspiró en el desarrollo del nuevo etiquetado mientras investigaba en el desarrollo de innovaciones de diseño que pudieran mejorar la calidad de vida de las personas ciegas. En este aspecto le asaltaron algunas dudas, se preguntaba cómo las personas ciegas podían controlar el estado de los alimentos que almacenan en su nevera, ya que no pueden leer la fecha de consumo preferente o la fecha de caducidad. Esto le dio la idea de crear una etiqueta que pudiera servir para todo el mundo, bastaba con que se deformara, de modo que cualquier consumidor al tocarla notaría una protuberancia que indicaría que el alimento ya no es apto para el consumo.
Cuando los alimentos están en perfecto estado la etiqueta aparece uniforme, suave y algo curva, a medida que el producto se degrada la etiqueta se deforma abombándose, lo que resulta fácil de identificar con sólo pasar los dedos sobre ella. También le inspiró en la creación del nuevo etiquetado el grave problema del desperdicio alimentario, en términos económicos y hablando del Reino Unido, según algunos estudios cada familia tira a la basura una media de 700 libras (más de 900 euros) en productos alimentarios al año, se calcula que al menos el 50% todavía eran aptos para el consumo.
La fecha de consumo preferente y la fecha de caducidad no hilan tan fino como lo hace la etiqueta Bump Mark, esta nueva etiqueta biorreactiva está fabricada con gelatina que inicialmente se presenta sólida, y a medida que se descompone se convierte en líquido y es cuando aparecen las protuberancias. La diseñadora en su momento apuntó que podría ser un buen recurso para utilizar en los productos lácteos, carnes, frutas y verduras, y gracias al premio concedido ha podido desarrollar su prototipo de etiquetado y probarlo en condiciones de laboratorio.
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